- El ser humano puede ampliar su conciencia, erradicar su violencia, superar el sufrimiento y conectar con experiencias profundas que modifiquen sus creencias sobre la muerte y la trascendencia. Una futura civilización requiere de un nuevo tipo de ser humano mas despierto, más feliz y mas libre.
- Esta psicología descriptiva parte del análisis existencial, desde la experiencia, y desde allí fundamenta una teoría de la conciencia y la acción. Concibe al ser humano, como un ser histórico, cuyo modo de acción transforma no solo el medio natural y social en que vive, sino a sí mismo, no sólo en cuanto corporeidad, sino además en su interioridad.
Charla de Rosita Ergas titulada: "Panorámica de la Sicología del Nuevo Humanismo", en el Simposio del centro Mundial de Estudios Humanistas, organizado en Buenos Aires, los días 1 al 4 de noviembre 2012.
"...La psicología del nuevo humanismo propone un nuevo horizonte para la psicología y para el ser humano en general. Ya no se trata de la psicología clásica que ayuda a resolver un problema, o adaptarse mejor, o disminuir el sufrimiento. Se trata de poder nivelar la vigilia, y superar el sufrimiento que es propio de este nivel de conciencia, para alcanzar un nuevo nivel, donde aya acceso a experiencias que nos permitan comprender el sentido real de nuestra existencia y la de todo lo viviente.
Estamos invitados a construir una psicología que despierte y libere al ser humano del sufrimiento, la violencia, y la muerte. Una psicología que facilite el siguiente salto evolutivo que nos toca como especie para construir una nación verdaderamente humana, una Nación Humana Universal".
Acerca
de la Psicología del Nuevo Humanismo
Así, la historia del psiquismo es el proceso de evolución colectivo a través de los distintos niveles de conciencia que hoy podemos verificar en la experiencia individual, a los que habrá de seguir nuevos niveles que no son ajenos a la experiencia humana aunque lo hayan sido a la experiencia social.
La Teoría de los Impulsos nos permite comprender la base biológica de la dinámica psíquica, sintetizada a través del funcionamiento neurofisiológico: la estimulación heterogénea que recibe el cuerpo en sus órganos sensoriales especializados -dado que los estímulos que perciben los distintos sentidos corresponden a distintas franjas de fenómeno (luminosidad, sonido, química, física)- convirtiéndola en impulsos homogéneos aptos para su recepción y conducción por el sistema nervioso. De ese modo se transmiten los estímulos y las respuestas de regulación vegetativa, pero también se convierten en las imágenes que gobiernan el emplazamiento del cuerpo en el mundo. Los impulsos son la “interfaz” entre la base biológica y el psiquismo humano, como las imágenes son la interfaz entre la dinámica psíquica y el mundo.
A
través de la Psicología Descriptiva se explica el funcionamiento
psíquico en su aspecto no registrable, en un nivel de fenómeno que
la conciencia no puede captar, que es la dinámica de aparatos y su
interregulación, de la que resulta la conducta en su complejidad. A
través de la Psicología de la Imagen se configura una descripción
precisa del fenómeno de la representación y su emplazamiento
espacial, esbozado anteriormente por la psicología experimental. La
espacialidad de la imagen da sustento a la noción del espacio de
representación como espacio mental donde se emplazan los contenidos
de representación. Es la consolidación de este nuevo punto de
vista, lo que permite comprender lo humano en su intimidad y en toda
su complejidad. Particularmente, permite acceder a niveles de
fenómeno interno hasta ahora accesibles sólo a los buscadores
existenciales que se aventuraron por las confusas tinieblas del mundo
interno.
Pero
este punto de vista no sirve al desarrollo de la experiencia interna
sino es en función de la externa. El desempeño en el mundo depende
de la configuración de las representaciones y su emplazamiento en el
espacio mental, y necesita de un punto de vista que libere al sujeto
de la tiranía de la supuesta mecanicidad interna y lo emplace como
actor consciente de sus decisiones. La Psicología del Comportamiento
y su visión de la conducta fundada en las distintas actividades en
que se puede descomponer analíticamente la respuesta, aporta los
elementos para elaborar una nueva tipología.
Pero
nada de esto tiene sentido si no se emplaza el fenómeno humano en su
drama cotidiano. La P.N.H no es una visión al servicio de una
terapia, ni es un conocimiento abstracto. Por el contrario, la
comprensión de la conciencia como intencionalidad reubica la óptica
tradicional de hacerse problema de los fenómenos emotivos para
ocuparse de la finalidad de la existencia, del sentido de la vida.
Se
parte, así, de un postulado universal: la vida tiene sentido y
dirección. Y en ello radica la clave de la existencia y sus
problemas. Esclarecer el sentido y la dirección de nuestros actos
para comprender los de la vida misma, es el eje de la PHU o PNH.
Porque la intencionalidad humana no es un fenómeno teórico, sino
que encarna, existe concretamente en cada situación. Lo humano es en
situación, y esa situación es temporal. Hay, por tanto,
elementalmente, una dirección a futuro. Existencialmente, nos está
dado un tope a esa dirección: la muerte se alza como valla
irremediable a nuestro afán de sentido. Así, la Psicología
Trascendental aporta una nueva visión sobre las condiciones que ha
de desarrollar la experiencia en la construcción de ese nuevo
sentido, que permita alumbrar el paisaje más allá de las
limitaciones dadas por nuestro desarrollo actual. A partir de todo
esto es que se podría sintetizar el concepto de la Psicología
Humanista Universalista como la que concibe la conciencia como
intencionalidad dirigida a la superación del sufrimiento, entendido
como las trabas actuales al desarrollo posible de la experiencia
humana y estudia las condiciones para el logro de esa
superación.Ahora bien, hay que advertir que esta definición es
provisoria porque nuestra misma Psicología lo es: enmarcada en un
proceso evolutivo, la validez de sus conceptos está
inescindiblemente atada a la experiencia. Esto es, en primer lugar,
sus conceptos sólo adquieren sentido en la experiencia. Además, lo
mantienen en función de la experiencia. Si cambia la experiencia,
pierden sentido (vigencia) o se modifican. Y esto vale tanto para el
individuo como para la Humanidad: si eleva su nivel de conciencia
casi todo el aparato teórico actual pierde vigencia; si no la pierde
la misma teorización.
Y
por estar fundada en la experiencia, la Psicología Humanista
Universalista no sólo es provisoria sino prescindible. Las
evidencias empíricas excluyen la necesidad de lo teórico. Si la
elevación del nivel de conciencia conlleva la formación o
consolidación del espíritu, muy probablemente éste permanezca
ajeno al objeto de la Psicología. Es más, en tanto espíritu muy
probablemente no pueda ser objeto por ser sujeto pleno. Por lo que ni
la misma Psicología Trascendental podría hacerse cargo de su
estudio ya que, presumiblemente, la experiencia alcance un grado tal
de desarrollo –otro nivel de conciencia- que no requiere o no
habilita el juego teórico. Y, a su vez, todo conocimiento de ese
nivel sería inadecuado como dato para niveles inferiores de
conciencia, porque la misma Psicología está destinada al abandono
por vía de su superación, del modo en que, terminado un edificio,
se desmonta el andamiaje que sirvió a su construcción.
La
columna de hormigón que sostiene esa construcción comienza con una
mínima intención de hacer que se corresponde a la primera cuestión
que uno debe resolver si se decide a ser humano: si quiere vivir,
esto es, si va a sumarse a la corriente de la Vida para avanzar en
una dirección creciente, porque la Vida pide siempre más Vida.
Perfil
general y diferenciado
La
PNH está contenida y desarrollada en forma filosófica, teórica y
práctica en un conjunto de obras que la ponen al alcance de
cualquier persona que se interese en ello. Se sostiene en un punto de
vista a la vez existencial, fenomenológico, estructural,
historiológico, energético y bio-psico-social. La PNH se fundamenta
en una antropología, es decir en una interpretación explícita del
ser humano, que podría sintetizarse en la siguiente definición: el
ser humano es el ser histórico y biosicosocial que, en la búsqueda
de su sentido, en la evitación del dolor y el sufrimiento, y en la
aproximación a lo que cree que le dará su felicidad, no sólo
transforma el mundo, sino que al hacerlo se transforma así mismo.
Todo ello respecto a las necesidades de la vida, en situaciones
concretas, y en un contexto de adaptación creciente o decreciente,
energéticamente integradora o desintegradora, en el que no puede
dejar de elegir ni de jugarse su destino en el aquí y el ahora y
–probablemente- también en el más allá. El contenido y la fuerza
de su creencia respecto al significado de la muerte, influye
decisivamente sobre su actitud vital, su carácter y su capacidad de
adaptación creciente.
Para
la PNH la esencia de la conciencia es actividad dirigida al mundo
externo e interno para transformarlo de acuerdo la intención de
superar el dolor y el sufrimiento. El fracaso repetido de esta
intencionalidad puede generar que la propia conciencia intente, en
una especie de suicidio psíquico, renunciar a su esencia, para
pretender volverse lo que no puede de ninguna manera ser: objeto,
cosa, ente sin intención propia, en lugar de intención
transformadora. La PHU se orienta a restituir esta esencial voluntad
de cambio, sin la cual no es posible la esencialidad humana, fuente
de toda dignidad y valoración.
A
diferencia de la orientación biologista esta nueva corriente observa
que el condicionamiento genético-fisiológico actúa en estructura
con los otros planos del psiquismo humano y del sistema
histórico-social. Si bien la base biológica del ser humano actúa
desde sus numerosas localizaciones nerviosas y glandulares, no deja
de estar respondiendo por ello a la función coordinadora general que
realiza el psiquismo entre la conciencia y el mundo, entre el
individuo y su medio. Así como el cuerpo influye en la conciencia y
en el mundo, de la misma manera la conciencia y el mundo influyen en
el cuerpo.
Al
psicoanálisis, le responde que la conciencia sí puede resolver
favorablemente el conflicto producido por la lucha entre las “fuerzas
inconscientes del ello” y el “superyó”. Que tan importante es
integrar el trauma pasado, como ordenar el presente de acuerdo a una
imagen de futuro querido. Estos tres tiempos actúan en estructura
interconectándose en función de una intencionalidad superadora del
sufrimiento. Afirma también que la interpretación del hecho
psíquico se debería apoyar en el registro de verdad interna del
sujeto tratado”, antes que en el supuesto teórico del sicoanalista
de acuerdo a un modelo catalogado por la crítica de mecánico y
reduccionista. Y que la transferencia no es sólo un proceso
proyectivo del “paciente” al psicoanalista, sino un proceso
general de la conciencia y la conducta que consiste en un traslado de
cargas por imágenes que redistribuyen la energía por todo el
espacio de conciencia en sus distintos niveles.
Con
respecto al conductismo destaca que la conciencia es tan necesaria
como la conducta en la comprensión y el control del fenómeno
psíquico. Que los estímulos del medios no son determinantes, sino
que existe un proceso no mecánico de transformación mutua y
aprendizaje constante. Que la conducta humana es cualitativamente
distinta a la de los animales y que, por tanto, las conclusiones
sobre la conducta animal no se pueden extrapolar mecánicamente para
explicar la conducta humana. Que la acción en el mundo, no se
encuentra separada de la acción reflexiva y el sentir positivo. Y
que, en este sentido, el rol de la imagen en la configuración de la
conducta es fundamental. En este contexto, los cambios situacionales
de conducta no son suficientes sino que hay que apuntar a la
modificación de las imágenes trazadoras en la profundidad de la
propia conciencia.
En
cuanto a la orientación cognitiva sostiene que la creencia se
explica mejor en el marco de una teoría general de la acción
humana, entendida como transformación del mundo y de uno mismo. Que
es necesario contar con el concepto de espacio de representaciónpara
comprender y operar con las imágenes, tanto en el mundo interno como
externo. Y que no bastan los cambios en los esquemas cognitivos
situacionales, sino que para lograr procesos de desarrollo más
interesantes y duraderos habría que cambiar el núcleo de ensueño
que dirige la etapa vital.
En
relación a la orientación sistémica aclara que “sistema” es la
relación que una estructura (el individuo) guarda con otra que es su
medio (la sociedad). En este sentido el sistema no es solo la
familia, sino también la economía, la política, la religión, la
cultura de la época, la estructura social y la generación. Que en
el mundo humano los cambios no solo necesitan producirse desde fuera
para poner en marcha los mecanismos homeostáticos naturales, sino
que requieren comprenderse e intencionarse desde dentro hasta
volverse conciencia individual y social. En este sentido, la
intervención familiar debe actuar en concomitancia con la individual
y la social.
Con
respecto a los abordajes humanistas afirma que la acción de cambio
personal debe conectar con la acción de cambio social para producir
un efecto de coherencia interna y de humanización en el mundo. Que
para lograr la salud mental no basta la voluntad individual de
auto-desarrollo ego-centrado en la clave del éxito social propio de
la época. Que el esfuerzo personal, para adquirir un sentido
trascendente, debe unirse al de otros en una dirección a la vez
libertaria y solidaria que beneficie, tanto al individuo, como a la
sociedad.
Esquema
del psiquismo del Nuevo Humanismo
Aparatos del Psiquismo
Por aparatos se entiende a las especializaciones sensoriales y de memoria que trabajan integradamente en la conciencia mediante impulsos. Estos, a su vez, sufren numerosas transformaciones según el ámbito psíquico en que actúan.
- Impulsos externos e internos
- Sentidos externos e internos
- Niveles (de conciencia)
- Percepción
- Apercepción
- Recuerdos
- Evocación
- Impulso de respuesta (imagen)
- Registro de la respuesta
- Sensación de las operaciones
- Registro de memoria
- Grabación
- Respuestas de centros (externas e internas)
- Estimulo que moviliza respuesta
Sentidos
Los
sentidos tienen por función recibir y suministrar datos a la
conciencia (V. Conciencia) y a la memoria, siendo organizados de
distinta manera según necesidades y tendencias del psiquismo.
El
aparato de sentidos encuentra su origen en un tacto primitivo que
progresivamente se ha ido especializando. Se puede diferenciar entre
sentidos externos, según detecten información del medio externo, y
sentidos internos, según capten información del interior del
cuerpo. De acuerdo a su tipo de actividad pueden ordenarse como:
sentidos químicos (gusto y olfato); sentidos mecánicos (el tacto
propiamente dicho y los sentidos internos de cenestesia y kinestesia)
y los sentidos físicos (oído y vista). En los sentidos internos, el
cenestésico proporciona la información del intracuerpo; hay
quimioceptores, termoceptores, baroceptores y otros; también la
detección del dolor juega un papel importante. El trabajo de los
centros es detectado cenestésicamente, como así también los
distintos nivel de trabajo de la conciencia (ver Niveles de
conciencia) . En vigilia, la información cenestésica tiene un
mínimo de registros por cuanto es el momento de los sentidos
externos y todo el psiquismo está moviéndose en relación con ese
mundo externo. Cuando la vigilia disminuye en su potencial, la
cenestesia aumenta la emisión de impulsos, de los que se tiene un
registro deformado, actuando como materia prima para las traducciones
que se harán en semisueño y sueño. El sentido kinestésico
suministra datos del movimiento y de la postura corporal, del
equilibrio y desequilibrio físico.
Memoria
La
memoria tiene por función grabar y retener datos provenientes de los
sentidos y/o de la conciencia; también suministra datos
alcoordinador cuando es necesario (el acto de recordar). A mayor
cantidad de datos de memoria, más opciones en las respuestas. En las
respuestas con antecedentes se ahorra energía, quedando un plus en
disponibilidad. El trabajo de la memoria da referencias a la
conciencia para su ubicación y continuidad en el tiempo. Los
rudimentos de memoria aparecen en la inercia propia de los trabajos
de cada sentido, ampliándose a todo el psiquismo como memoria
general. El átomo mínimo teórico de memoria es la reminiscencia,
pero lo registrable es que en memoria se reciben, procesan y ordenan
datos provenientes de los sentidos y del coordinador en forma de
grabaciones estructuradas. El ordenamiento se hace por franjas o
zonas temáticas y según una cronología propia. De esto se deduce
que el átomo real sería: dato + actividad del aparato.
Relación
entre memoria y coordinador
En
el circuito entre sentidos y coordinador la memoria actúa como
conectiva, como puente, compensando en ocasiones la falta de datos
sensoriales, ya sea por evocación, ya sea por recuerdo involuntario
(como si se tratara de “metabolizar” reservas). En el caso del
sueño profundo, en donde no hay entrada de datos externos, llegan a
la conciencia los datos cenestésicos combinados con los datos de
memoria. Así, los datos mnémicos no aparecen evocados
intencionalmente, pero de cualquier modo el coordinador está
realizando un trabajo, está ordenando datos, está analizando, está
haciendo operaciones con participación de memoria. En el nivel de
sueño profundo hay reordenamiento de la materia prima vigílica
(inmediata, reciente, o antigua) que ha llegado desordenadamente a la
memoria. En el nivel de vigilia, el coordinador puede dirigirse a la
memoria mediante la evocación (mecanismos de reversibilidad),
formalizando en la conciencia objetos que no entran por los sentidos
en ese momento, aunque lo hayan hecho anteriormente. De lo dicho se
desprende que la memoria puede suministrar datos a requerimiento del
coordinador, o estimularlo sin su participación, como por ejemplo,
cuando faltan estímulos sensoriales.
Conciencia
Puede
definirse a la conciencia como el sistema de coordinación y registro
que efectúa el psiquismo humano. De acuerdo a esto, no se considera
consciente a ningún fenómeno que no sea registrado, ni tampoco
ninguna operación del psiquismo en la que no participen tareas de
coordinación. Esto es posible porque las posibilidades de registro y
coordinación tienen un espectro muy amplio, apareciendo las mayores
dificultades al considerar los umbrales, los límites de registro y
coordinación. Esto nos lleva a una corta consideración: se suele
vincular “conciencia” con “actividad vigílica”, quedando el
resto fuera de la conciencia, lo que ha hecho surgir concepciones mal
fundamentadas como la del “inconsciente”. Esto ha sido así por
cuanto no se han estudiado suficientemente los diferentes niveles de
trabajo de la conciencia y tampoco se ha observado la estructura de
presencia y copresencia (ver Atención, presencia y copresencia) con
la que trabaja el mecanismo atencional. Hay otras concepciones en las
que a la conciencia se la ve como pasiva, siendo que la conciencia
trabaja estructurando activamente, coordinando las necesidades y
tendencias del psiquismo con los aportes sensoriales y de memoria,
mientras que orienta las variaciones constantes de la relación del
cuerpo y el psiquismo, es decir, de la estructura psicofísica con el
mundo.
Consideramos
mecanismos fundamentales a los de reversibilidad que permiten a la
conciencia orientarse, por medio de la atención, hacia las fuentes
de información sensorial (apercepción) y mnémica (evocación).
Cuando la atención está dirigida sobre la evocación puede, además,
descubrir o resaltar fenómenos que no se advirtieron en el momento
de ser grabados. A este reconocimiento se lo considera de apercepción
en la evocación. La actuación de los mecanismos de reversibilidad
está directamente relacionada con el nivel de trabajo de la
conciencia (ver Niveles de conciencia). A medida que se desciende en
niveles de conciencia, disminuye el trabajo de estos mecanismos, y
viceversa.
Estructura
de la conciencia
Su
estructura mínima es la relación acto-objeto, ligada por los
mecanismos de intencionalidad de la conciencia. Esta ligazón entre
actos y objetos es permanente aún cuando existan actos lanzados en
busca de objetos que en ese instante no se precisan. Es esta
situación la que da dinámica a la conciencia. Los objetos de
conciencia (percepciones, recuerdos, representaciones, abstracciones,
etcétera), aparecen como los correlatos intencionales de los actos
de conciencia. La intencionalidad siempre está lanzada hacia el
futuro, lo que se registra como tensión de búsqueda, y también
hacia el pasado en la evocación. Así, los tiempos de conciencia se
entrecruzan en el instante presente. La conciencia futuriza y
recuerda, pero en el momento de la implesión trabaja en presente. En
el caso de búsqueda de un recuerdo, cuando el objeto evocado
aparece, “se hace presente” y hasta tanto esto no suceda, la
conciencia no completa su acto. La acción completiva, se registra
como distensión. Cuando los actos encuentran su objeto, queda
energía libre que es utilizada por la conciencia para nuevos
trabajos. Estas operaciones descriptas son características del nivel
vigílico, ya que en otros niveles (como en el sueño, por ejemplo)
la estructura del tiempo es distinta. Así, el tiempo psicológico
depende del nivel de trabajo del psiquismo. El tiempo de trabajo del
coordinador en vigilia es el presente, desde donde pueden efectuarse
múltiples juegos temporales de protensiones y retenciones, pero
siempre entrecruzándose en el instante presente. La eficacia de los
mecanismos dereversibilidad y el tiempo presente son características
vigílicas.
Atención,
presencia y copresencia
La
atención es una aptitud de la conciencia que permite observar los
fenómenos internos y externos. Así, cuando un estímulo supera el
umbral, despierta el interés de la conciencia quedando en un campo
central de presencia al cual se dirige la atención. Sucede lo mismo
cuando la conciencia es la que se dirige a un determinado estímulo o
dato por propio interés. Cuando la atención trabaja, hay objetos
que aparecen como centrales y objetos que aparecen en la periferia,
de modo copresente. Esta presencia y copresencia atencional, se da
tanto con los objetos externos como con los objetos internos. Al
atender a un objeto se hace presente un aspecto evidente y lo no
evidente opera de modo copresente. “Se cuenta con” esa parte
aunque no se la atienda. Esto es porque la conciencia trabaja con más
de lo que necesita atender, sobrepasa al objeto observado. La
conciencia dirige actos a los objetos, pero también hay otros actos
copresentes que no se relacionan con el tema u objeto atendido
presentemente. En los distintos niveles de conciencia se experimenta
lo mismo; por ejemplo en vigilia hay copresencia de ensueños y en
los sueños puede haber actos eminentemente vigílicos como el
razonamiento. Así, la presencia se da en un campo de co-presencia.
En el conocimiento por ejemplo la masa de información copresente
importa cuando es necesario concentrarse en un tema específico. El
conocimiento se entiende en este horizonte de copresencia, por lo que
al ampliarlo, se amplía también la capacidad de relacionar.
Presencia y copresencia configuran la imagen del mundo que tiene un
individuo. Aparte de conceptos e ideas, la conciencia cuenta con
elementos no pensados, co-presentes, que son las opiniones,
creencias, supuestos, a los que rara vez se atiende. Cuando este
sustrato con el que se cuenta, varía o cae, es la imagen del mundo
la que cambia o se transforma. (V. Función de la imagen)
Abstracción
y asociación de la conciencia
La
capacidad de abstracción de la conciencia aumenta en el nivel
vigílico y disminuye en los niveles inferiores, aumentando entonces
los mecanismos asociativos. En vigilia trabajan tanto los mecanismos
de abstracción como los de asociación en su base. Consecuencia de
los primeros es la “ideación” y de los segundos la
“imaginación”. La ideación consiste en la formulación de
abstracciones que podemos definir como “conceptos”. Estos son
reducciones de los objetos a sus caracteres esenciales (por ejemplo,
de un campo se puede abstraer su forma triangular y calcular su área
geométrica). La conceptualización no trabaja con elementos
aislados, sino con conjuntos de elementos, y es a partir de esas
conceptualizaciones que se pueden establecer clasificaciones (por
ejemplo, se hace la abstracción “árbol”, pero resulta que hay
distintos tipos de árboles, por lo que aparecen también
clasificaciones en categorías, clases, géneros, etcétera). De
acuerdo a esto, la ideación se da sobre la base de
conceptualizaciones y clasificaciones gracias a los mecanismos
abstractivos de la conciencia. La imaginación surge con el trabajo
de los mecanismos de asociación: por contraste (blanco-negro); por
contigüidad (puente-río): y por similitud (rojo-sangre). Pueden
distinguirse dos tipos de imaginación: la imaginación divagatoria y
la imaginación plástica o dirigida. La primera se caracteriza por
la asociación libre, sin guía, en la que las imágenes se sueltan y
se imponen a la conciencia (en sueños y ensueños, por ejemplo). En
la imaginación plástica o dirigida, hay una cierta libertad
operativa, admitiéndose una dirección en torno a un plan de
inventiva en el cual es de interés formalizar algo inexistente aún.
Según que los impulsos que llegan a la conciencia sean trabajados
por uno u otro de los mecanismos señalados (abstracción,
clasificación, divagación o imaginación dirigida), se obtendrán
distintas traducciones formalizando múltiples
representaciones.(V.Impulsos y Morfología de los impulsos)
Niveles
de conciencia
La
conciencia puede encontrarse sumida en pleno sueño, en semisueño, o
en vigilia, pero también en momentos intermedios o de transición.
Hay gradaciones entre los niveles de conciencia, no diferencias
tajantes. Hablar de niveles, es hablar de diferentes operaciones y
del registro de esas operaciones. Es gracias a ese registro que puede
distinguirse entre distintos niveles de conciencia, y no se puede
tener registro de los niveles como si éstos fueran ámbitos vacíos.
Características
de los niveles
Se
puede afirmar que los distintos niveles de conciencia cumplen con la
función de compensar estructuradamente al mundo (entendiendo por
“mundo” a la masa de percepciones, representaciones, etcétera,
que tienen su origen en los estímulos del medio externo e interno).
No se trata simplemente de que se den respuestas, sino que se dan
respuestas compensatorias estructurales. Esas respuestas son
compensaciones para restablecer el equilibrio, en esa relación
inestable que es la relación conciencia-mundo o psiquismo-medio.
Cuando va quedando energía libre del trabajo que se hace en el
funcionamiento vegetativo, los niveles van ascendiendo porque van
recibiendo la energía que los abastece.
Sueño
profundo
En
este nivel de conciencia, el trabajo de los sentidos externos es
mínimo, no hay otra información del medio externo que aquella que
supera el umbral que pone el mismo sueño. El trabajo del sentido
cenestésico es predominante, aportando impulsos que son traducidos y
transformados por el trabajo de los mecanismos asociativos dando
lugar al surgimiento de las imágenes oníricas. Las características
sustantivas de las imágenes en este nivel son su gran poder de
sugestibilidad. El tiempo psicológico y el espacio se encuentran
modificados con respecto a la vigilia, y la estructura acto-objeto
aparece frecuentemente sin correspondencia entre sus elementos. Del
mismo modo, “climas” emotivos e imágenes se suelen independizar
entre sí. Es típica la desaparición de los mecanismos críticos y
autocríticos que a partir de este nivel van a ir aumentando en su
trabajo a medida que aumenta el nivel de conciencia. La inercia de
los niveles y el ámbito formal propio que colocan, hacen que la
movilidad y el pasaje de uno a otro se hagan paulatinamente; (así,
la salida y la entrada al sueño se harán pasando por el semi
sueño). El tono de este nivel es igual que el de los demás: puede
ir de un estado activo a otro pasivo y también pueden presentarse
estados de alteración. El sueño pasivo es sin imágenes, mientras
que el activo es con imágenes.
Semi
sueño
En
este nivel de conciencia, que antecede a la vigilia, los sentidos
externos comienzan a enviar información a la conciencia, información
que no es totalmente estructurada porque hay también interferencia
de ensoñación y presencia de sensaciones internas. Los contenidos
del sueño pierden poder sugestivo cuando siguen apareciendo, debido
a la semi-percepción vigílica que da nuevos parámetros. La
sugestibilidad sigue actuando sobre todo en el caso de algunas
imágenes muy vívidas (llamadas “hipnagógicas”), que tienen
gran fuerza. Por otra parte el sistema de ensueños frecuentes, que
puede menguar en vigilia y desaparecer en el sueño, reaparece. Es en
este nivel donde el núcleo de ensueño y los ensueños secundarios
son más fácilmente registrables, por lo menos en sus climas y
tensiones básicos. El modo de ensoñación propio de este nivel se
suele trasladar por inercia a la vigilia, proporcionando la materia
prima para la divagación, aunque en ésta también aparezcan
elementos de percepción vigílica. El coordinador en este ámbito
puede ya realizar algunas operaciones. Mencionemos también que este
nivel es sumamente inestable y por ello de fácil desequilibrio y
alteración. También encontramos los estados de semi sueño pasivo y
activo; el primero de ellos ofrece un pasaje fácil al sueño; el
otro lo ofrece a la vigilia. Es conveniente hacer otra distinción:
hay un semi sueño activo por alteración y otro más calmado y
atento. El semisueño alterado, es la base de las tensiones y climas
que con fuerza e insistencia pueden llegar a la vigilia ocasionando
“ruidos” y modificando la conducta, haciéndola inadecuada a la
situación ambiental. El rastreo de los climas y tensiones vigílicas
puede hacerse en el semisueño activo alterado. Los distintos
estados, activos y pasivos, están dados por el tono e intensidad
energético propio de cada nivel. Los tonos dan la intensidad gradual
que pueden tener tanto los climas emotivos, como las tensiones.
Vigilia
En
este nivel de conciencia los sentidos externos aportan un mayor
caudal de información, regulando por inhibición a los sentidos
internos y posibilitando que el coordinador se oriente al mundo en el
trabajo del psiquismo de compensación al medio. Funcionan aquí los
mecanismos de abstracción y los mecanismos críticos y autocríticos,
llegando a altos grados de manifestación e intervención en las
tareas de coordinación y registro. Los mecanismos de reversibilidad,
de los que en los niveles anteriores se tenía mínima manifestación,
pueden aquí operar ampliamente permitiendo al coordinador equilibrar
a los medios interno y externo. La sugestibilidad en los contenidos
vigílicos disminuye al aumentar los puntos de referencia. Hay un
tono de vigilia activa que puede ser atenta, con máximo manejo de la
apercepción, o bien un tono de vigilia alterada. En este último
caso aparece la divagación silenciosa y losensueños más o menos
fijados.
Circuito
integrado entre sentidos, memoria y coordinador
Las
conectivas entre sentidos, memoria y conciencia revelan aspectos de
importancia del funcionamiento
del psiquismo. Estos circuitos conectivos trabajan en una compleja autorregulación.
Así, cuando el coordinador hace apercepción de la percepción queda inhibida
la evocación, e inversamente, la apercepción de memoria inhibe la
percepción.
Cuando
están actuando los sentidos externos se frena la entrada de
estímulos internos y viceversa.
La mayor interregulación aparece en los cambios de nivel de trabajo,
en donde al ir
aumentando el sueño (o disminuyendo la vigilia), se bloquean los
mecanismos de reversibilidad,
soltándose entonces con fuerza los mecanismos asociativos; por su
parte, los mecanismos
críticos al par que comienzan su trabajo inhiben a los mecanismos
asociativos, al
aumentar la vigilia. Entre los sentidos también hay interregulación
automática: cuando la vista
amplía su umbral medio disminuye el tacto, el olfato y el oído,
sucediendo esto entre todos
los sentidos (p.ej., se suele cerrar los ojos para oír mejor).
Los
centros de respuesta
Los
aparatos que controlan la salida de los impulsos hacia el mundo de la
respuesta, son los que
conocemos como “centros”. El mecanismo de estímulo y respuesta
refleja se va haciendo
más complejo hasta que la respuesta se hace diferida y van
interviniendo circuitos de
coordinación capaces de canalizar las respuestas, precisamente, por
distintos centros. Así
es que la respuesta diferida ha hecho numerosos recorridos antes de
efectuarse hacia el mundo
externo.
Los centros trabajan estructurados entre sí y con registros propios (al par del registro general que tiene el coordinador), por la información que llega desde los sentidos internos en el momento de accionar en el medio y también por las conexiones entre los centros y el coordinador.
Los centros trabajan estructurados entre sí y con registros propios (al par del registro general que tiene el coordinador), por la información que llega desde los sentidos internos en el momento de accionar en el medio y también por las conexiones entre los centros y el coordinador.
El
centro vegetativo es la base del psiquismo en el que se activan los
instintos de conservación
individual y de la especie y que excitados por señales
correspondientes de dolor
y placer se movilizan en defensa y expansión de la estructura total.
De tales instintos
no
tengo registro sino por determinadas señales. Tales instintos se
manifiestan fuertemente
en
el momento en que se compromete una parte o la totalidad de la
estructura.
El
centro sexual es el colector y distribuidor energético principal que
opera por concentración y
difusión alternadas, con aptitud para movilizar la energía en forma
localizada o en forma difundida.
Su trabajo es voluntario y también involuntario. Y pasa un poco como
con el centro vegetativo,
del cual a su vez es una especialización, la especialización más
inmediata.
El
centro motriz actúa como regulador de los reflejos externos y de los
hábitos del movimiento. Permite
el desplazamiento del cuerpo en el espacio trabajando con tensiones y
relajaciones.
El
centro emotivo es el regulador y sintetizador de respuestas
situacionales mediante su trabajo
de adhesión o rechazo. De ese trabajo del centro emotivo se registra
esta particular aptitud
del psiquismo para experimentar las sensaciones de acercarse a lo
placentero o de alejarse
de lo doloroso sin que por esto el cuerpo necesariamente actúe.
El centro intelectual responde a impulsos de los mecanismos de conciencia conocidos como abstracción, clasificación, asociación, etc. Trabaja por selección o confusión de imágenes, en una gama que va desde las ideas a los distintos tipos de imaginación, dirigida o divagatoria, pudiendo elaborar formas de respuesta como imágenes simbólicas, sígnicas y alegóricas.
Existen diferencias de velocidad en el dictado de respuestas al medio. Tal velocidad es proporcional a la complejidad del centro. Mientras el intelecto elabora una respuesta lenta, la emoción y la motricidad lo hacen con más velocidad, siendo la velocidad interna del funcionamiento vegetativo y del sexo, considerablemente mayor a la velocidad de los otros centros.
El centro intelectual responde a impulsos de los mecanismos de conciencia conocidos como abstracción, clasificación, asociación, etc. Trabaja por selección o confusión de imágenes, en una gama que va desde las ideas a los distintos tipos de imaginación, dirigida o divagatoria, pudiendo elaborar formas de respuesta como imágenes simbólicas, sígnicas y alegóricas.
Existen diferencias de velocidad en el dictado de respuestas al medio. Tal velocidad es proporcional a la complejidad del centro. Mientras el intelecto elabora una respuesta lenta, la emoción y la motricidad lo hacen con más velocidad, siendo la velocidad interna del funcionamiento vegetativo y del sexo, considerablemente mayor a la velocidad de los otros centros.
Los
centros pueden trabajar en disfunción, lo que ocasiona también
errores de respuesta. Las
contradicciones en el trabajo entre centros surgen cuando las
respuestas no se organizan
estructuradamente y los centros disparan actividad en direcciones
opuestas entre sí.
El
funcionamiento de los centros es estructural. Esto se registra por
las concomitancias en los
otros centros cuando uno está actuando como primario. Al trabajo
intelectual lo acompaña
un tono emotivo, p. ej. cierto agrado por el estudio que se está
efectuando y que ayuda
a mantenerse en el trabajo. Mientras, en este caso, la motricidad se
reduce al mínimo.
Si
se tratara de la recomposición vegetativa por enfermedad, el sujeto
experimentaría fatiga o
debilidad y toda la energía iría a la recuperación del cuerpo. Tal
centro trabajaría
plenamente
para dar respuestas internas equilibradoras y la actividad de los
otros centros se reduciría
al mínimo.
Estos
centros que vamos separando para su mejor comprensión en realidad
están trabajando
en estructura circulando entre ellos energía psicofísica o, más
simplemente, energía
nerviosa. En general, cuando la actividad aumenta en unos centros,
disminuye en otros.
La conciencia y el yo
La conciencia y el yo
Entendemos a la conciencia como el sistema de coordinación y registro que efectúa el psiquismo humano. A veces hablamos de “conciencia”, a veces de “coordinador” y a veces de “registrador”. Lo que pasa es que aun tratándose de la misma entidad, está cumpliendo con funciones distintas pero no se trata de entidades diferentes. Muy distinto es esto a lo que llamamos yo. A ese yo no lo identificamos con conciencia. Consideremos a los niveles de conciencia como distintos ámbitos de trabajo de la conciencia e identifiquemos al yo con aquello que observa los procesos psíquicos, no necesariamente vigílicos, que se van desarrollando. En vigilia voy registrando y voy haciendo numerosas operaciones. Si alguien me pregunta “¿quién es usted?”, voy a decir: yo, y le voy a agregar a eso un documento de identidad, un número, un nombre, o cosas por el estilo. Y me da la impresión de que ese yo registrará desde adentro las mismas operaciones, observará las operaciones de la conciencia. Por lo pronto ya tenemos una distinción entre las operaciones que efectúa la conciencia y este observador que se refiere a esas operaciones de la conciencia. Y si me fijo cómo voy observando las cosas, veo que voy observando las cosas “desde adentro”. Y si observo mis propios mecanismos, veo que mis mecanismos están vistos “desde afuera”. Si ahora bajo el nivel de conciencia y me voy al sueño, ¿cómo me veo yo? Yo voy caminando por la calle, en un sueño; yo veo autos que pasan, gente que pasa, ¿desde dónde veo a la gente que pasa, a los autos que pasan? ¿Desde dentro de mí? (como ahora que los veo a ustedes y sé que están afuera de mí, y por lo tanto los veo desde adentro de mí), ¿así me veo yo? No, yo me veo desde afuera. Si observo cómo veo desde el nivel de sueño, me veo a mí mismo viendo los autos que pasan, a la gente que pasa, y yo me observo desde afuera.
Háganlo de otro modo, prueben con la memoria. Ustedes ahora se recuerdan en una situación cuando eran niños. Bien. ¿Qué es lo que ven en esa escena? ¿Ven ustedes desde adentro, como ven ahora las cosas que los rodean, ven desde adentro (siendo niños) las cosas que los rodean? Se ven desde afuera. En ese sentido, ¿dónde está el yo? ¿El yo está adentro del sistema de estructuración que hace la conciencia y percibe las cosas, o el yo está afuera? La impresión que se tiene es que en algunos casos está adentro y en otros casos está afuera, por una parte. Y por otra parte, se ve que al observar las mismas operaciones de la conciencia es separado el observador de estas operaciones. En todos los casos, el yo aparece como separado, esté adentro o esté afuera. Lo que sí sabemos es que
no está incluido en las operaciones.
Este yo, entonces, ¿cómo es que lo identifico con la conciencia, si todos los registros que tengo son de separación, entre yo y conciencia? Si observo todos los registros que tengo del yo, voy a ver que todos estos registros son de separación entre esto que llamo “conciencia y operaciones de la conciencia”, y esto que llamo “yo”.
¿Cómo se constituye este yo, por qué surge este yo y por qué cometo el error de asociar el yo a la conciencia?
El yo se basa en la memoria y en el reconocimiento de ciertos impulsos internos. Tengo noción de mí mismo, porque reconozco algunos de mis impulsos internos que están siempre ligados a un tono afectivo característico. No solo me reconozco como yo mismo por mi biografía y mis datos de memoria; me reconozco por mi particular forma de sentir, por mi particular forma de comprender. ¿Y si quitáramos los sentidos donde estaría el yo? El yo no es una unidad indivisible sino que resulta de la suma y estructuración de los datos de los sentidos y de los datos de memoria.
¿El yo, entonces, puede funcionar aunque saquemos los datos de la memoria y los datos de los sentidos?
Veamos el punto con cuidado. El conjunto de actos por los cuales la conciencia se piensa a sí misma depende de registros sensoriales internos, los sentidos internos dan información de lo que sucede en la actividad de la conciencia. Ese registro de la propia identidad de la
conciencia está dado por los datos de sentidos y los datos de memoria, más una peculiar configuración que otorgan a la conciencia la ilusión de identidad y permanencia no obstante los continuos cambios que en ella se verifican. Esa configuración ilusoria de identidad y permanencia es el yo.
Relación
entre niveles de conciencia
La
relación entre niveles produce en general alteraciones recíprocas.
Pueden citarse cuatro factores que inciden en esa reación: la
inercia, el ruido, el efecto “rebote” y el “arrastre”.
Inercia
Cada
nivel de conciencia tiende a mantener su nivel propio de trabajo
manteniendo su actividad luego de finalizado su ciclo. Esto lleva a
que el pasaje de un nivel a otro se haga con lentitud disminuyendo el
primero al manifestarse el nuevo nivel (como en el caso de contenidos
de semisueño que se imponen en vigilia). Los casos que a
continuación se mencionan son consecuencias de esta inercia de cada
nivel a mantener y extender su tipo de articulación característica.
Ruido
La
inercia del nivel anterior aparece como fondo de ruido en el trabajo
del nivel posterior; contenidos de la infravigilia irrumpen
interfiriendo en el trabajo vigílico y a la inversa. Como ruido
podemos también distinguir: climas emotivos, tensiones, y contenidos
no correspondientes al trabajo del coordinador en ese momento... En
un ejemplo: si es el caso de realizar un trabajo o es obligatorio
intelectual, una cierta cantidad de emoción deberá acompañar a ese
trabajo (gusto por hacerlo o no), habrá una tensión producida por
el trabajo mismo y se mentará con contenidos oportunos a las
operaciones en marcha, pero si hay climas de otro tipo, si las
tensiones no provienen del trabajo y los contenidos son
alegorizantes, es obvio que interferirán en la actividad
introduciendo ruido, lo cual habrá de alterar la coordinación y
consumirá la energía disponible.
Efecto
rebote
Este
fenómeno surge como respuesta de un nivel en el que se han
introducido contenidos de un nivel distinto, superando las defensas
de inercia. Contenidos propios del nivel invadido, aparecerán más
tarde en el nivel desde el que se produjo la introducción.
Arrastre
Contenidos,
climas y tonos propios de un nivel se trasladan y permanecen en otro
nivel como arrastre. Esto será más relevante en el caso de climas,
tensiones o contenidos fijados en el psiquismo que son arrastrados
por mucho tiempo y que se representan en los distintos niveles. Por
la importancia psicológica que pueden tener estos factores en la
adaptación creciente y en la evolución del psiquismo, pueden ser
considerados especialmente. (V. Tonos, climas, tensiones y contenidos
mentales)
Impulsos
Los
impulsos que llegan al coordinador, provenientes de los sentidos y de
la memoria, son transformados en representaciones, procesándose
estas estructuras de percepción y evocación a fin de elaborar
respuestas eficaces en el trabajo de equilibrar a los medios interno
y externo. Así, por ejemplo, mientras un ensueño es
una elaboración-respuesta al medio interno, un desplazamiento motriz
es un movimiento-respuesta al medio externo, o en el caso de las
representaciones, una ideación llevada a niveles sígnicos es otro
tipo de representación-respuesta al medio externo. Por otra parte,
cualquier representación que se ponga en el campo de presencia del
coordinador suscita cadenas asociativas entre el objeto y su
copresencia. Así, mientras el objeto es apresado con precisión de
detalle en el campo de presencia, en el campo de copresencia aparecen
relaciones de otros objetos no presentes pero vinculados con él. Se
advierte la importancia que tienen los campos de presencia y
copresencia en la traducción de impulsos, como en el caso de la
traducción alegórica en la que mucha materia prima proviene de
datos llegados a la copresencia vigílica.
Es
importante un estudio de los impulsos por el particular trabajo que
el coordinador realiza con las representaciones. Dos son las vías
posibles: la abstractiva, que opera reduciendo la multiplicidad
fenoménica a sus caracteres esenciales, y la asociativa, que
estructura las representaciones sobre la base de similitud,
contigüidad y contraste.
Sobre
la base de estas vías de abstracción y de asociación, se
estructuran formas, que son nexos entre la conciencia que las
constituye y aquellos fenómenos del mundo objetal a los cuales están
referidas.
Morfología
de los impulsos
En
este nivel expositivo, entendemos a las “formas” como fenómenos
de percepción o de representación. La morfología de los impulsos
estudia a las formas como estructuras traducidas y transformadas por
el aparato psicofísico en su trabajo de respuesta a los estímulos.
De un mismo objeto puede tenerse distintas formas según los canales
de sensación usados, según la perspectiva con respecto a dicho
objeto y según el tipo de estructuración que efectúe la
conciencia. Los distintos niveles de conciencia ponen, cada uno, su
propio ámbito formal. Cada nivel procede como estructura de ámbito
característico, ligado a formas también características. Las
formas que emergen en la conciencia son reales compensaciones
estructuradoras frente al estímulo. La forma es el objeto del acto
de compensación estructuradora. El estímulo se convierte en forma
cuando la conciencia lo estructura desde su nivel de trabajo. Así,
un mismo estímulo se traduce en formas distintas según respuestas
estructuradoras de distintos niveles de conciencia. Los diferentes
niveles cumplen con la función de compensar estructuradamente al
mundo. El color tiene gran importancia psicológica pero aun cuando
sirve a la ponderación de las formas, no modifica su esencia. Para
comprender el origen y significado de las formas se debe distinguir
entre sensación, percepción y representación.
Funciones
de la representación interna
1.
Fijar la percepción como memoria.
2. Transformar lo percibido de
acuerdo a necesidades de la conciencia.
3. Traducir impulsos internos
a niveles perceptibles.
Funciones
de la representación externa
1.
Abstraer lo esencial para ordenar (símbolo).
2. Expresar
convencionalmente abstracciones para poder operar en el mundo
(signo).
3. Concretar lo abstracto para recordar (alegoría).
Características
del signo, la alegoría y el símbolo
El
signo es convencional, operativo, asociativo, a veces figurativo, a
veces no figurativo. La alegoría es centrífuga, multiplicativa,
asociativa, epocal y figurativa. El símbolo es centrípeto,
sintético, no asociativo, no epocal y no figurativo.
Comportamiento
Hemos
visto al psiquismo como coordinador de relaciones entre medios
diferentes: el medio interno del cuerpo y el medio externo o
ambiental. De ambos medios el psiquismo obtiene información por los
sentidos, almacena experiencia por memoria y procede al ajuste por
centros. A este ajuste entre medios lo llamamos “comportamiento”,
considerándolo como un caso particular de expresión del psiquismo.
Sus mecanismos de base son los instintos de conservación individual
y de la especie y las tendencias intencionales.
El
comportamiento se estructura sobre la base de cualidades innatas
propias de la estructura biológica a que pertenece el individuo y a
cualidades adquiridas codificadas sobre la base de las experiencias
de acierto o error, con sus registros de placer o displacer. Las
cualidades innatas ponen la condición biológica al coordinador, que
cuenta con ellas y no puede aislarlas sin perjuicio. Esta base
biológica tiene una inercia que se expresa conservando y logrando
condiciones aptas para su expansión. Las cualidades adquiridas
surgen del aprendizaje individual en el desplazamiento de la
estructura psicofísica por el espacio y el tiempo. El aprendizaje va
modificando el comportamiento con relación a las experiencias de
acierto y error. Estos ensayos van dando pautas para la mejor
adaptación del individuo, que se logra con las menores resistencias
en el medio, el menor esfuerzo en el trabajo y el menor desgaste
energético. Esta forma de adaptación posibilita un plus energético
(energía libre) que puede ser utilizado en nuevos pasos de
adaptación creciente.
En
todo proceso de adaptación la estructura psicofísica se orienta por
los indicadores de placer y displacer. El displacer se conforma como
señal de lo que es peligroso para la vida, de lo que es tóxico,
represivo o, en general, perjudicial para la estructura psicofísica.
El placer, a la par que estimula y motiva al psiquismo, traza las
direcciones óptimas a seguir. Por otra parte, el comportamiento
encuentra límites en las posibilidades del psiquismo, en las
posibilidades del cuerpo y en las posibilidades que presentan las
distintas circunstancias. Los límites del psiquismo van ampliándose
sobre la base de las cualidades adquiridas, pero los límites
corporales no pueden ampliarse en la misma proporción, e incluso la
limitación aumenta con la edad. Esto no significa que el cuerpo no
tenga todas las facultades para actuar eficazmente en el medio, sino
que el cuerpo pone límites y condiciones que el psiquismo no puede
dejar de lado sin perjudicarse a sí mismo. En las relaciones entre
psiquismo, cuerpo y medio, el cuerpo efectuará sus operaciones
objetales con mayor o menor acierto. En el primer caso habrá
adaptación, en el segundo inadaptación.
Psicología
de la imagen: "El espacio de representación"
En
Psicología de la Imagen se expone una novedosa teoría sobre lo que
el autor (Silo) llama "espacio de representación",
"espacio" que surge al evidenciarse los objetos de
re-presentación (no simplemente de percepción) y sin el cual no
puede entenderse cómo es que la conciencia puede dirigirse a y
distinguir entre los llamados "mundo externo" y "mundo
interno". Por otra parte, si la percepciónda cuenta de los
fenómenos al perceptor, ¿en qué lugar éste se ubica respecto a
aquellos?, porque si se dijera que se ubica a sí mismo en la
espacialidad externa, acorde con la externidad del fenómeno
percibido, ¿cómo es que puede mover el cuerpo "desde adentro"
guiándolo en esa externidad? Mediante la percepción puede
explicarse el advenimiento del dato a la conciencia pero no se puede,
por aquella, justificar el movimiento que la conciencia imprime al
cuerpo. ¿Puede el cuerpo actuar en el mundo externo si no existe una
representación de ambos términos? Obviamente no. Esa
representación, por tanto, ha de darse en algún "lugar"
de la conciencia. Pero, ¿en qué sentido puede hablarse de "lugar",
o "color", o "extensión" en la conciencia? Estas
son algunas de las dificultades que se abordan exitosamente en el
presente ensayo, cuyo objetivo ha sido sostener las siguientes tesis:
1.- La imagen es un modo activo de estar la conciencia en el mundo y
no simple pasividad como han sustentado las teorías anteriores; 2.-
ese modo activo no puede ser independiente de una "espacialidad"
interna y 3.- las numerosas funciones con que cumple la imagen
dependen de la posición que ésta asume en aquella "espacialidad".
Si lo sostenido por el autor es correcto, la acción del ser humano
debe ser reinterpretada. Ya no será la idea, o una supuesta
"voluntad", o la misma "necesidad objetiva" las
que muevan al cuerpo hacia las cosas, sino la imagen y el
emplazamiento de ésta en el espacio de representación. La idea,
pues, o la "necesidad objetiva", podrán orientar la
actividad en la medida en que se emplacen como imagen y en una
perspectiva de representación, en un paisaje interno adecuado. Pero
no solamente las necesidades o ideas tendrán esa posibilidad sino
también las creencias y aún las emociones convertidas en imágenes.
Las consecuencias que derivan de esto son enormes y el autor parece
insinuarlas al cerrar su trabajo con estas palabras: "Si las
imágenes permiten reconocer y actuar, conforme se estructure el
paisaje en individuos y pueblos, conforme sean sus necesidades (o lo
que consideren que sean sus necesidades), así tenderán a
transformar el mundo".
Prólogo
al libro Psicología de la Imagen
Cuando
decimos "espacio de representación", tal vez alguien
piense en una suerte de "continente" en cuyo interior se
dan determinados "contenidos" de conciencia. Si, además,
cree que esos "contenidos" son las imágenes y que éstas
operan como meras copias de la percepción, tendremos que sortear
algunas dificultades antes de ponernos de acuerdo. En efecto, quien
así piensa, se ubica en la perspectiva de una Psicología ingenua
tributaria de las ciencias naturales, que parte sin discusión de una
visión orientada al estudio de los fenómenos psíquicos en términos
de materialidad.
Desde
ya es oportuno advertir que nuestra ubicación respecto al tema de la
conciencia y sus funciones, no admite el presupuesto comentado. Para
nosotros, la conciencia es intencionalidad. Algo por cierto
inexistente en el fenómeno natural y totalmente ajeno al estudio de
las ciencias ocupadas en la materialidad de los fenómenos.
En
este trabajo pretendemos dar cuenta de la imagen como un modo activo
de estar la conciencia en el mundo, como un modo de estar que no
puede ser independiente de la espacialidad y como un modo en el que
las numerosas funciones con que cumple, dependen de la posición que
asume en esa espacialidad.
Temas
que comprende:
I.
El problema del espacio en el estudio de los fenómenos de
conciencia.
II.
Ubicación de lo representado en la espacialidad del representar.
III
Configuración del espacio de representación.